Vengo del norte del sur, donde no tenemos azahar. Realmente creo que hasta ahora no sabía que el azahar es la flor de los naranjos o limoneros. Ahora sí. Ahora, además, puedo olerla a diario. Y joe, qué gusto. Una calle perfumada por esta flor no es una calle cualquiera.
He vivido en sitios más fríos, húmedos, y con más contrastes en lo que a clima se refiere. No estaba acostumbrada al temple mediterráneo/adriático, y la verdad es que me gusta su efecto balsámico. Quizá la clave está en las propiedades del azahar, que según la Wikipedia:
"Las flores presentan una acción sedante, ligeramente hipnótica y espasmolítica, aperitivo-eupéptica y aromatizante. Los frutos tienen propiedades como vitamínicos, por su riqueza en ácido ascórbico, y laxantes. La pectina le confiere propiedades como antidiarreico e hipocolesterolemieante. El pericarpio
y también las hojas actúan como venotónico y vasoprotector; los
principios amargos son responsables de su efecto aperitivo y eupéptico.
Las flores se utilizan para ansiedad, insomnio, espasmos gastrointestinales o distonías neurovegetativas". (Queda claro, no?)
Romeros, olivos y otros árboles que desconozco también ayudan a crear esta sensación de embeleso. Y el mar, oh, el mar, eso siempre. Haced la suma, vamos bien. Me fallan un poco las enormes montañas de roca caliza donde no abunda la vida. Parece que están siempre enfadadas. Tan grandes y rudas. Intentando arrinconar a los arboles perfumados, tratando de hacerle sombra al mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario